Dos señoras desbordadas
unas cuantas noticias, el mejor recetario del siglo XX, una exposición llena de tentáculos, una artista voyeur y un festival (de cine)
Los últimos meses del año nos tienen al borde de un colapso existencial: demasiados eventos, compromisos y más de un email sin responder. De repente, nos vemos inmersas en maratones de películas navideñas, interminables tardes de juegos de mesa, cenas de empresa, la opinión no solicitada de tu cuñado (José Luís, por favor, basta). Entre atracones, sobremesas eternas y debates sobre quién cocina, quién recoge y, en realidad, sobre absolutamente todo, no podemos más. El panorama no es alentador, sin embargo, vemos una luz al final del túnel: año nuevo, ese momento glorioso en que decidimos que, esta vez sí, seremos esa persona. Dicen que los propósitos de fin de año nos invitan a reflexionar, aprender o mejorar nuestras vidas. Son un momento para plantear objetivos realistas, significativos y alineados con quien queremos ser. Ya sabes, madrugar para ir a yoga, saber de vinos, aprender japonés, ser más organizada, ahorrar esta-vez-sí-de-verdad-lo-juro, hacer un curso de cerámica, macramé o cocina vegana, meditar, apuntarte al club de lectura de tu barrio, reducir las horas de móvil, aumentar las horas de sueño, hacer más planes culturales. Soñar es gratis, claro que sí y mientras proyectamos nuestra imagen de las kunst ideal y fantaseamos con una versión mejorada de nosotras mismas, te traemos la última newsletter del año. Reconocer las victorias, sean grandes o pequeñas, y aprender de lo que hicimos fatal, también es nuestro propósito, así que olvídate de lo que no suma, agradece todo lo bueno y da espacio a lo que vendrá. Ahora coge una taza de café calentito, que empezamos.
🗞️ la noticia
El mundo del arte va así: o no hay noticias, o se nos acumulan. Estas últimas semanas se ha dado el segundo caso, así que aquí te traemos un pequeño resumen para ponerte al día con todo. Empezamos con los retratos que ha hecho la fotógrafa Annie Leibovitz de Felipe VI y Letizia por encargo del Banco de España. De esta noticia hay mucha tela que cortar: ha costado 137.000 €, es la primera vez que se utiliza la fotografía en vez de la pintura al óleo y, según los expertos de Twitter, la fotógrafa ha troleado un poquito al rey. Mientras tanto, Ayuso recorta la financiación para cultura en la Comunidad de Madrid, quitándole fondos al Prado, al Thyssen y al Reina Sofia para destinarlo a otra actividad que, aunque nos sorprenda, sigue siendo legal: los toros. Ojalá alguien alzara la voz y la liara un poquito, igual que ha hecho Nan Goldin en la inauguración de su retrospectiva en Berlín, donde ha aprovechado para mandar un mensaje claro y sin tapujos: Free Palestine. Por otro lado, se confirma que el antiguo Cine Comedia se convertirá en el nuevo Museo Thyssen Barcelona. A ver cuánto tarda esto en petarnos en la cara, Collboni. Y para terminar: ¿te acuerdas del famoso plátano de Maurizio Cattelan? Pues la semana pasada lo compró un magnate de criptomonedas de dudosa reputación por, nada más y nada menos, que 6,2 millones de dólares. ¿Para qué? Pues para comérselo durante una rueda de prensa mientras promociona su negocio. En fin, eat the rich.
🐋 la exposición
Tentáculos, organismos, carcasas, orificios, surcos y otras tentativas blandiformes. Este mes no ha habido dudas: sabíamos que la exposición de Teresa Solar en el MACBA nos iba a encantar. La artista parte de una constante búsqueda de la resistencia y la oquedad —espacio que queda vacío en un cuerpo, natural o artificialmente— en la estructura ósea y las partes blandas. Si en un primer momento se decantó por el dibujo y el vídeo, con el tiempo vemos cómo se centra en la práctica de la escultura y los nuevos materiales. Con ellos, trabaja formas que nos llevan a lo orgánico, a un mundo de metáforas, flujos de corrientes y vacíos, cargado de connotaciones que no son lo que parecen; un universo entre lo corporal y lo geológico.
Es muy difícil explicarlo en palabras, ya que es muy sensorial. Podemos hablar del placer que da ver las formas redondeadas, las ganas que tenemos de pasar la mano por cada superficie, de meter el dedo en cada agujero, de acariciar, apretar, recorrer la suavidad de las curvas y notar la rugosidad de los bordes. Seguimos con la mirada cada grieta, cada pliegue, cada giro. Actuamos por instinto y conectamos íntimamente con las piezas. El gusto por ver y tocar no se limita a la exploración física, sino que también nos genera una conexión emocional, una necesidad de comprender y descifrar qué se esconde detrás de cada pieza. ¿Ves un corazón, un crustáceo, una membrana, un caparazón o un órgano? Los dibujos, bocetos y cuadernos de artista son, en ese sentido, la guinda del pastel.
El proyecto nace en dos fases: arranca en Madrid con un espacio de contracción en el CA2M y después viaja a Barcelona, donde se amplía con nuevas piezas, convirtiéndose en un espacio de dilatación. Cuando acabe, la muestra viajará a Turín. Se trata de una exposición que va mutando en cada sede, donde la práctica de Teresa se expande y se contrae según el espacio. Si te quedas con ganas de más, sube a la última planta del museo, donde encontrarás dos obras más de la artista, y si te quieres llevar algo a casa échale mano al catálogo, que es un gustazo total.
🦪 la curiosidad
Como ya es diciembre y la Navidad está un poco más cerca de lo que nos gustaría, hemos pensado que es un gran momento para hablarte de uno de los recetarios más originales del siglo XX: el libro de cocina de Alice B. Toklas, un compendio estupendo de todo lo que nos gusta: el arte, la literatura y sobre todo, el comer. Publicado por primera vez en 1954, es un clásico de la literatura culinaria donde encontrarás la receta de las famosas hashish fudge, las magdalenas de marihuana de Baudelaire o la perca asada de Picasso, entre otras joyas. Ensaladas, sopas, cremas, postres como la isla flotante, arroces, salsas, la receta del gazpacho andaluz, pizza alla napolitana, fondues, licores y hasta un kebab.
Pero, ¿quién es Alice y cómo ha dado con esas recetas? Pues resulta que fue ni más ni menos que la compañera de vida de Gertrude Stein, escritora, mecenas y experta en convertir los sueños en cheques. Vivieron juntas en Montparnasse durante más de treinta años, entre tertulias sobre cubismo, platos de cuisine française y sobremesas. Dos judías, americanas, lesbianas, ricas que vivieron como les dio la gana y conocieron a la crème de la crème del momento. Hicieron de su casa un punto de encuentro para artistas, intelectuales y todo tipo de gente pirada de la época. Entre los parisiènes se corrió la voz de que allí se comía y se bebía bien, así que fácilmente podías encontrarte con Matisse, Cézanne, Renoir, Bonard o Juan Gris sentados en su mesa, cualquier día de la semana.
El libro nació del encargo de un editor a Toklas, quién le pidió que escribiera la biografía de su compañera poco después de su muerte. A ella, no se le ocurrió mejor manera de hacerlo que a través de las recetas, platillos y maneras de cocinar, de sentarse a la mesa y de relacionarse con sus invitados de Gertrude. Entre sus páginas puedes descubrir su forma de ser, cocinar, querer y cuidar. Es un libro directo, tan libre como personal, como lo fueron ellas. Tiene capítulos como Asesinato en la Cocina, donde explica detalladamente el primer pato que despluma, las primeras perdices a las que retuerce el pescuezo o la primera carpa a la que raja en canal, como si se tratara de un homicidio de primer grado. “Sin ni siquiera lavarme las manos, busqué un cigarrillo, lo encendí, y esperé a que la policia viniese a detenerme”. ¿Es o no es genial?
🕵🏻 la artista
Sophie Calle no hace arte: lo vive. Esta artista conceptual francesa ha pasado décadas explorando la intimidad, tanto la suya como la de los demás. Escritora, fotógrafa, cineasta y, sobre todo, una voyeur obsesionada con la mirada, Calle construye su obra a partir de experiencias autobiográficas que exploran la relación entre verdad y ficción, ausencia y presencia. En Les dormeurs, por ejemplo, invitaba a desconocidos a dormir en su cama durante ocho horas mientras los fotografiaba y les hacía preguntas. En otra ocasión, la artista pidió a su madre que contratara a un investigador privado para seguirla y documentar cada paso de su día a día para luego comparar los informes con los diarios que ella misma había escrito.
Su obra parece una extraña precursora de lo que son hoy las redes sociales: un constante juego de voyeurismo y autoexposición. Y es que si algo sabe Sophie Calle, es que no hay nada más poderoso que el acto de mirar, o ser mirado. ¿Nos comportamos igual cuando sabemos, o sospechamos, que alguien nos está mirando? La respuesta es: no. Las redes nos han vuelto expertas en posar frente a la cámara pero también frente a la vida. Saber que alguien puede estar mirando —un seguidor, un crush, tu ex o hasta un desconocido— lo cambia todo. De repente, lo espontáneo se vuelve coreografía y hasta el café de la mañana tiene que lucir casual pero cool. Y claro, este estado de observación constante no solo afecta a cómo nos mostramos, sino también a cómo nos percibimos a nosotras mismas. El resultado: nos pasamos la vida construyendo versiones editadas de nuestra vida que buscan aprobación o admiración. Normal que estemos siempre agotadas.
🎥 la recomendación
Dicen que el arte contemporáneo es soberbio, snob y elitista, que para entenderlo necesitamos ayuda, que alguien nos lo explique. Por suerte existen iniciativas como el DART, el Festival de Cine Documental de Arte Contemporáneo que tiene como propósito descubrirnos artistas, movimientos y tendencias y que celebra su octava edición hasta el 10 de diciembre en diversos espacios de Barcelona. Como explicaba la directora del festival en su inauguración, el cine es una forma genial de explicar historias, crear puentes y tejer vínculos. Estamos contigo, Enrichetta. El festival se estrenó el miércoles pasado con I Am Martin Parr, un magnífico documental dirigido por Lee Shulman1 que retrata la figura y el trabajo del fotógrafo británico más entrañable del momento. Conocido por capturar escenas profundamente humanas e irónicas, Parr nos lleva a playas abarrotadas de turistas achicharrados, mesas repletas de comida pringosa, bodas, ferias y reuniones donde los gestos, miradas y detalles de sus protagonistas revelan la absurdidad de la condición humana. Según él, “el mundo ya es un circo, yo solo soy el fotógrafo oficial”. La película de clausura será Lolo & Sosaku - The Western Archive, de Sergio Caballero, artista y codirector del Sónar, y la podrás ver gratis el 10 de diciembre en el DHUB. El resto de la programación incluye 20 documentales que tienen muy buena pinta. Para ponértelo fácil, como siempre, hemos preparado una cuidada selección que encontrarás aquí. Y si no te da tiempo a verlos todos, los tendrás hasta el 31 de diciembre en Filmin.
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En esta casa veneramos a Lee Shulman por haber fundado The Anonimous Project, un extenso archivo fotográfico del siglo XX que nos ha regalado tantas imágenes de señoras maravillosas.