Dos señoras medio muertas
Una artista obscena, algunas heridas, una invitada muy especial y cómo morir guay
Quizá la primavera no sea el mejor momento para hablar de esto, pero no hay cosa más de señora que cotillear sobre la muerte. Que si la vecina del quinto, que si el hijo de la prima de la Charo, que si el marido de la Juana la de la charcutería. No os asustéis, no os queremos quitar las ganas de vivir ni deprimiros ahora que a las ocho de la tarde todavía es de día y hemos conseguido superar un eclipse solar en pleno mercurio retrógrado. Es simplemente que hemos empezado la temporada yendo a una exposición en la que, para entrar, primero te tienes que morir, y hemos pensado oye, por qué no. Así que este mes nos ponemos un poco darks. ¡Vámonos!
🔍 la curiosidad
El arte medieval nos gusta por varios motivos, especialmente porque fue una época en la que los artistas no entendían de límites. En la Edad Media, las representaciones de heridas tuvieron un significado muy potente como vemos en pinturas, esculturas y en las ilustraciones de los manuscritos, que son una auténtica locura.
Su realismo suele ser tan disparatado y grotesco que roza lo obsceno. Las imágenes, gráficas y viscerales, son todas carne de meme. Para disfrutar de un poco de entretenimiento feudal queríamos compartir esta maravillosa cuenta, donde podréis ver con detalle las heridas de Cristo; a algunos mártires siendo torturados con espadas, flechas y llamas; las reliquias de los santos, que incluyen partes del cuerpo flageladas —algunas de ellas con poderes curativos— y el uso de la sangre como elemento purificador, entre otras joyitas. Y es que, los artistas medievales desarrollaron técnicas específicas para representar las heridas intensamente. Algunas escenas son cómicas, no lo vamos a negar, pero muestran detalles anatómicos muy precisos y composiciones súper dramáticas que destacan la importancia de la herida en la mentalidad medieval, signo de santidad y devoción extrema. Vamos, que las cicatrices en los cuerpos de los santos eran veneradas como símbolo de ascetismo y penitencia. Echadles un vistazo y traed el Betadine.
💘 la artista
A Carol Rama, que hoy cumpliría 106 años, la conocimos en la Universidad y no precisamente porque nos hablasen de mujeres o artistas outsiders, sino porque en aquellos años coincidimos con la retrospectiva que le dedicó el MACBA justo antes de su muerte, cuando ya tenía casi 100 años y demencia senil.
Coetánea de grandes movimientos artísticos como las vanguardias y el arte povera, su obra no fue reconocida internacionalmente hasta la década de los 2000, y no porque la artista desapareciese del mundo del arte, sino porque desde el principio fue apartada y ninguneada. Catalogada como pornográfica, enferma mental, fetichista y sexualmente desviada, su primera exposición en Turín, en 1945, fue censurada y calificada de obscena: la representación de la sexualidad, de la enfermedad, del encierro institucional y de la discapacidad no encajaban —para sorpresa de nadie— en los cánones intelectuales del momento y si encima en sus obras había neumáticos, prótesis, pestañas y uñas, pues los señores obviamente ni acercarse. Así pues, “lo que se debería haber dicho de Carol Rama no se dijo nunca en su momento. No existía un régimen discursivo en el que su obra no fuese pensada como pornográfica o simplemente amateur”. Por suerte, la artista no tiró la toalla y siguió trabajando durante siete décadas, sustentada por una economía precaria que se basaba en el apoyo de algún que otro coleccionista local y del trueque con su modista, su peluquera y probablemente hasta el frutero. ¡Brava, Carol!
👀 la exposición
Para esta sección hemos querido probar algo nuevo y hemos invitado a Leti, autora de la newsletter , de la que somos totalmente fans. Hoy la podéis leer a ella aquí y el día 5 de mayo nos encontraréis a nosotras en uno de sus cinco puntos.
Escribir aquí hace que me sienta como cuando visitas a unas amigas y cada centímetro de su hogar te inspira. Lo tienen todo monísimo y cuidadito, pero sin aparente esfuerzo, qué gusto. Bueno, a lo que íbamos, resulta que
y yo visitamos casi simultáneamente una exposición y hemos decidido intercambiar los papeles en este peculiar crossover.La exposición que nos ocupa es El otro lado del Centre d’Arts Santa Mònica y trata de un tema incómodo, siniestro, tan desagradable como cotidiano: la muerte. Qué temazo para un primer encuentro, ¿eh? La muerte es algo que tengo muy presente. Pienso en ella a diario. Varias veces. Bueno, para ser sincera, muchas. Creo que por eso esta exposición me gustó tanto. Te resumo en cinco puntos porque deberías visitarla:
1- La experiencia: Me encantan los proyectos que me hacen participar. Pasar de observadora a ser parte activa es algo que en El Otro Lado consigue desde el primer minuto. Te descalzas, te disfrazas, coges tu turno y entras en una sala donde experimentas tu salida de este mundo.
2- Reflexionar: Sé que no debe ser sano pensar en la parca tanto como lo hago yo, pero es algo que nos va a suceder a todos y vale la pena dedicarle al menos unos minutos. Además, conocer la visión que tienen sobre este proceso diferentes artistas y el paralelismo que establecen con otras actividades es más que interesante.
3- Diversión: Quizás el inicio de la muestra parezca algo dramático, simular tu muerte puede no apetecerle a todo el mundo, pero el recorrido hace que te lo pases bien, te muevas con libertad y exprimas aquellas piezas que más te gustan.
4- Perder el miedo. O, al menos, suavizarlo: ¿Qué recuerdas del año antes de nacer? ¿Y de anoche mientras dormías? Nada. No hay nada. Ni dolor, ni placer. O quizás había algo, pero no puedes recordarlo. Tampoco era tan terrible, ¿no? Quizás estas cuestiones hagan que el pánico que sentimos ante la muerte se difumine.
5- Actividades paralelas: El Santa Mònica ha organizado, además, actividades paralelas alrededor de la muerte y los estados alterados de conciencia: talleres, publicaciones artísticas, conferencias, performances, etc. La guinda del pastel.
Ah, importante, para asistir reserva hora aquí. Las plazas son limitadas y cuesta encontrar hueco, pero vale la pena.
📢 la recomendación
Y aprovechando que se acerca Sant Jordi os recomendamos la publicación Morir guay del colectivo DU-DA. Hace ya unos años, Sarai Cumplido, Clara Piazuelo, Belén Soto y Sonia G. Villar realizaron una investigación en torno a los discursos imperantes sobre la muerte, la enfermedad y el envejecimiento; el resultado es este librito en el que encontraréis distintos textos y trabajos sobre cómo entendemos la muerte y cómo podemos relacionarnos con ella de otras maneras. Simplemente, nos encanta.
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