Dos señoras mejor que una
galerías a reventar, una cena delirante, un pódcast chulísimo, una feria de arte, una de libros y alguna inauguración
Si algo nos hace felices en esta vida es ir a una galería y que esté llena de gente. Pero nos referimos a gente nueva, no a los de siempre. Nos encanta encontrar personas jóvenes, mayores, perros, gente que no vive del arte o que son tan ajenas a este mundo que ni se atreven a cruzar las pesadas e imponentes puertas de cristal de las galerías. Toda esa gente es la que ha llenado - abarrotado, incluso - las salas durante el Barcelona Gallery Weekend: personas que se paraban al ver que había vidilla dentro, otras que miraban de reojo y algunas que se hasta atrevían a entrar.
Sabemos, por experiencia, que entrar en una galería no es fácil. Parece una tontería, pero no lo es. Existe algo de vergüenza y miedo en el simple hecho de cruzar la puerta: el miedo a no entender nada, a que te miren raro, a que alguien se acerque a preguntarte algo, a una sala vacía y al silencio sepulcral. Ese aura de inaccesibilidad, de la que ya hemos hablado un millón de veces, pesa demasiado y, sin embargo, los últimos días hemos notado algo diferente. La gente que se apunta a una ruta va acompañada, se deja llevar y hace preguntas. En grupo, la cosa cambia: una mirada compartida siempre es el mejor escudo. Juntas nos sentimos menos expuestas y más libres para preguntar, comentar y chafardear.



A veces, da igual si el programa es increíble o si la visita acaba con un vermut (que ojo, siempre se agradece), porque al final lo que nos gusta es la sensación de no estar solas a la hora de enfrentarnos a un espacio que tantas veces parece reservado para los demás. La compañía rebaja la tensión y, de repente, entrar en una galería se convierte en un plan posible. El arte es más fácil de entender cuando se comparte, y quizá ahí esté la clave para acercarnos: en la mediación, en los proyectos que acompañan, en las amigas que invitan, en los grupos que hacen que la experiencia deje de ser solitaria. Las obras están ahí, esperándonos, pero necesitamos una excusa, un buen motivo y el contexto adecuado que nos anime a dar el paso. Así que nuestra recomendación para octubre es simple: busca compañía, queda con alguien, deja que te lleven o lleva tú a alguien a esa galería a la que nunca te has atrevido a entrar. Dos siempre es mejor que una. Nosotras seguiremos aquí, dando recomendaciones y acompañándote, contándote cosas y abriendo pequeñas ventanas para que cada vez, entre todas, nos cueste menos. Porque, a veces, lo único que una necesita es no estar sola en el intento.
Aunque, como nosotras, existen multitud de grupos de divulgadoras, mediadoras, curators y hasta influencers que tienden puentes hacia las galerías, hemos notado que siguen habiendo pocas artistas que aborden el tema de cara. Una de nuestras favoritas es Andrea Fraser, quien en 1989 hizo Museum Highlights: A Gallery Talk, una performance en forma de visita guiada, en la que se presentó vestida de voluntaria y ofreció a los visitantes un recorrido por las salas, el vestíbulo y la cafetería del museo. En el tour no solo describía obras de arte, sino también espacios como el guardarropa y los baños, usando un lenguaje muy exagerado, excesivamente formal, que ponía en evidencia cómo ciertos discursos del arte y la museística pueden generar una distancia o cierta incomodidad para los visitantes. Fraser dijo en varias entrevistas que parte de su crítica era hacia los discursos invisibles –textos curatoriales excesivamente complejos, tours, audioguías– que definen lo que se ve y lo que el visitante “debe saber”, y cómo eso puede intimidar a quienes no tienen ese bagaje cultural.
A pesar de esta -maravillosa- obra, la tendencia suele ser intentar acercar el arte a la gente y no al revés. No sabemos porqué, pero el número de artistas que han sacado las obras del museo, plantándose en una plaza o incluso interfiriendo en la vida cotidiana de la gente mediante performances y otras intervenciones en lo cotidiano, son bastante comunes. Lo de mezclar el arte con la vida es un tema ya tan sobado que aburre, pero nos preguntamos qué pasaría si intentamos hacerlo al revés, mezclar la vida con el arte. ¿Y si lo realmente subversivo fuera rebajar el tono, que las instituciones fueran menos elitistas, menos endogámicas y menos snobs? ¿Y si lo cool fuera, de repente, ir con tu abuela a la galería y no entender nada? Y si en vez de llevar el arte a la calle, intentamos por una vez llevar la calle al arte, ¿qué pasaría?
¡EXTRA, EXTRA!
Esta entrevista de Javier Correa a Blanca Arias en Filosofia & Co en relación con su maravilloso libro blandito, blandito.
Este artículo de Elizabeth Mangini en ArtForum sobre el arte de Carol Rama, artista de la que os hablamos en Dos señoras medio muertas.
La inauguración de LALIRIO, exposición que presentará el colectivo Fuentesal Arenillas en La Fabra, el día 25 de octubre. Le tenemos muchas ganas.
El episodio de Special People Club de Etsy aka Soy una pringada titulado Make trash art again con David Macho, artista plástico y estrella de internet, en el que hablan del arte que odian, del arte queer y otras fantasías.
En Barcelona no abundan las ferias de arte, pero tenemos el Swab, que tendrá lugar del 2 al 5 de octubre. Además, este año ha tomado las riendas Carolina Díez Cascón, y llega con ganas de sacudir un poco las cosas y darle un aire nuevo a la feria. Si quieres conocerla un poco mejor, échale un vistazo a esta entrevista que le hicimos desde GRAF.
Si eres de las nuestras y lo que te gusta es tocar cosas y leer en papel, no te pierdas ArtsLibris, la feria especializada en libro de artista, fotolibro y autoedición. Se desplegará del 10 al 12 de octubre y promete.
La Brossa abre temporada con L’Internacional: Un Sandvitx Arqueològic de Barcelona, una pieza en la que Liminal y Laia Fabre recrearán el mítico restaurante que Antoni Miralda y Montse Guillén abrieron en el Nueva York de los 80, un espacio entre el arte, la gastronomía y la fiesta. Durante dos noches, la Brossa se convertirá en un lugar de rituales delirantes: desde altares de bacalao hasta lámparas de langosta, desfiles musicales y olimpiadas de porrón a ciegas.
Hablando de Estados Unidos, muchas ganas de ver la exposición Miró y Estados Unidos, coorganizada con The Phillips Collection que se inaugurará el 10 de octubre en la Fundació Miró. Pinta bien.
Por si te apetece profundizar en el tema, Andrea Fraser no solo criticó la galería como espacio, sino que se metió dentro para demostrar que, al final, hasta la rebeldía termina convertida en institución. Su texto De la crítica institucional a la institución de la crítica se disfraza de libro serio y mezcla ensayos, performances, discursos y confesiones de una guerrillera infiltrada en el museo.
Y buscando, buscando, nos topamos con Mapping the Terrain, una antología editada por Suzanne Lacy en 1995 que reúne textos y reflexiones de artistas, críticos y activistas sobre lo que ella bautiza como new genre public art, o sea, un mapa de textos que reflexionan sobre cómo romper con la galería y generar prácticas sociales en la calle. Bastante interesante.
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